Nueva enfermedad: fatiga de Zoom.
El día comienza, sale el sol por la mañana y lo primero que haces es prender tu laptop y/o conectarte a tu primera clase del día de forma virtual, mientras lo haces, te preparas un café o bebes un vaso de agua (si bien te va), respiras profundo y tomas asiento, dispuesto a quedarte frente una pantalla, cuando menos, seis horas de tu día. Lo anterior puede repercutir en ti más de lo que te imaginas, lo anterior de conformidad con el artículo titulado “Nonverbal Overload: A Theoretical Argument for the Causes Of Zoom Fatigue”, el profesor Jeremy N. Bailenson, de la Universidad de Stanford y a continuación, nosotros te lo resumimos.
La pandemia trajo consigo múltiples cambios en nuestra forma de vivir, pero en el ámbito académico, implicó la necesidad de los sistemas educativos, de proporcionar de manera segura a los estudiantes el aprendizaje y esto fue a través de las clases virtuales.
Zoom se convirtió en la plataforma virtual por excelencia para llevar a cabo las videollamadas, pero “la fatiga de zoom” se conoce así no sólo por la marca como tal, sino por ser la que principalmente se utiliza ya que, si bien es cierto que Zoom no es el único portal mediante el que se pueden realizar videoconferencias, al ser el que usa la mayoría de las personas, se acuñe el término “fatiga de Zoom”, según explica el profesor Bailenson.
Bailenson, inicia su artículo señalando que al estar en una videollamada de Zoom, el tiempo en el que miras a una persona directamente a los ojos o al rostro es más del habitual, sin dejar de lado que “está muy cerca” de ti, lo cual es un factor que supera los límites establecidos para “el espacio personal”, espacio reservado para seres queridos y familiares. Aunado a lo anterior, el hecho de ser mirado por múltiples personas por mucho tiempo es inevitable, ya que aunque estén varias personas en la videollamada no sólo mirarán a quién esté hablando, sino que trasladarán su mirada a todas las personas que se encuentran en la sala.
El segundo argumento de Bailenson es que, cuando estamos en una videollamada, nuestros gestos y movimientos se vuelven más pronunciados, así como el tono de nuestra voz que aumenta un 15%, pero eso no implica que se capten las señales que realmente se quieren transmitir, pues podrían tener un significado distinto al estar frente a frente que estando en una videollamada, inclusive señala que con el uso de Zoom, la gente ha dejado de preocuparse en la imagen que brinda de su cintura para abajo, pues esta ni siquiera aparece en pantalla.
El “espejo diario” es el tercer argumento del artículo de Bailenson, consiste en que imaginemos que una jornada laboral de 8 horas, tuviéramos un espejo en la mano reflejando nuestra imagen, todo el tiempo, ininterrumpidamente, pues eso sucede cuando estamos en una videollamada, tenemos nuestra imagen presente todo el tiempo, aunque existe la opción de suprimir el cuadro que nos muestra, la mayoría de personas no lo hace y mira el pequeño recuadro que muestra su rostro. El efecto de verse ante un espejo consiste en que la persona se autoevalúe, lo cual puede resultar en una actividad estresante.
¿Qué pasa con el movimiento en las videollamadas? Se ve completamente reducido por el espectro que cubra la cámara de nuestra computadora, es decir, debes de permanecer en el campo de visión que transmite la cámara o dejarán de verte, por lo que te “encuentras atrapado”, equivaliendo a que te limites a sentarte y mires al frente. Por el contrario, al estar las personas reunidas de forma física, pueden moverse, estirarse, levantarse y hacer movimientos sin que los oyentes dejen de captar su imagen.
Entonces, ¿Qué medidas puedo tomar para no tener “fatiga de Zoom”? A continuación, te enlistamos algunas sugerencias:
1. Si estás en una clase que dura mucho tiempo, apaga tu cámara un par de minutos y descansa, realiza estiramientos y respira profundo durante 1 minuto.
2. Si tienes oportunidad, solicita a tu profesor si es necesario mantener encendida la cámara, para que, en caso de no serlo, puedas optar por sólo audio.
3. Coloca tu computadora a una distancia prudente, que te permita observar con claridad pero que tampoco te orille a forzar tu vista. Si usas anteojos, no te los quites.
Zoom y las plataformas que nos permiten hacer videollamadas son una herramienta poderosa, no se sataniza su uso, son necesarias, eso es más que evidente, únicamente debemos de entender que si bien son útiles y vitales en esta nueva normalidad, nuestra salud mental también es importante y debemos hacer todo para mantenerla estable.